Oigan, ¿Quién de ustedes tiene un juguetito?

Las amigas del trabajo hacemos nuestras llamadas vinadas una vez al mes. Salvo que sean más de dos las que no puedan asistir, la cenita con vino, tequila y postre, no se cambia. Somos ocho mujeres de diferentes edades, pero por arriba de los 40, eso sí.

Las pláticas inician poniéndose al día con el trabajo, con el tema que quedó pendiente desde la última vez, los hijos, la salud. No faltan los chismes de la gente conocida. Los rumores y los chismes son inevitables en cualquier mesa; en la nuestra, de amigas de muchos años, y en la de hombres que hacen la junta de trabajo en un restaurante. El chisme es internacional y un importante ingrediente en toda reunión. Alto. No equivocarse. No todo es tan vano como saber de un nuevo amorío o de alguien a quien recién despidieron del trabajo. No. Hemos llorado juntas, tratado de hacer terapia grupal cuando una de nosotras atraviesa por un momento difícil porque; todas, todas hemos vivido cosas fuertes en algún momento. Así que las amigas nos queremos y nos diremos la verdad, y seremos poco más objetivas que los regaños o apapachos que te da la familia cuando pasas por una calamidad.

Las amigas podemos ser hermanas tras conocernos por buen tiempo. Sabemos de nuestras altas y bajas…casi la vida completa de cada una. Claro que siempre, siempre habrá detalles que cada una guarda para sí, cosas que no siempre se comparten.
Después de un rato de bla bla, de la carcajada y de bajarle al dip con trufa, me vino la pregunta a la cabeza y dije… ¿quién de ustedes tiene un juguetito?, ya saben, ¿un vibrador? Silencio de algunos segundos, risitas, y respuestas… “yo no”, “yo pensé comprar uno pero si mi marido lo ve, se sentirá ofendido”, “yo no entraría a una sex shop nunca, para encontrarme con alguien ahí dentro o que me vea un conocido saliendo con un bolsito en mano”, “yo tuve uno, dijo Adriana, hace tiempo ya, no funcionaba muy bien y lo olvidé”…el resto guardó silencio, seguro a la espera de que las audaces siguieran hablando.

Y va la segunda pregunta ¿por qué nos cuesta trabajo comentarlo, así como cuando nos recomendamos buenas cremas para el rostro? ¿se dan cuenta que es distinto? A estas alturas de nuestras vidas y en el siglo que vivimos, es algo ridículo no hablarlo como de cualquier tema, ¿no creen?

Bueno, pues les pregunto porque leí un artículo interesante al respecto de lo saludable de los juguetes sexuales. Y como todo artículo, una liga te lleva a una tienda que me resultó increíble. ¡Tengo que aceptar que no sabía que la tecnología está tan en favor de la satisfacción de las mujeres! Buenísimo la verdad. Y volví a preguntar ¿sí han entrado a alguna boutique erótica en línea al menos o no? Entonces las calladitas comenzaron a responder. “Sí, sí he visto pero no he comprado, por eso de que no sé a quién de la casa le tocaría recibir el paquete”, “pues yo sí tengo un vibrador y no entiendo por qué ustedes no, nadie debería perderse eso”, dijo Andrea.

Y empezaron las descripciones de lo que al final sí habían leído, de las que han curioseado aún sin concretar su compra. Empezaron las dudas, las sugerencias y los comentarios sobre lo sano y divertido que puede ser tener un juguete para usarlo incluso con el esposo. Que para las que no tienen pareja, también resulta más seguro y efectivo el placer de la masturbación con un juguete, con el cual ni vas a arriesgarte a contagiarte de alguna enfermedad.

Al final, el tema nos ha dejado la tarea en la mesa: tenemos que probar con libertad, comentarlo con seguridad, como hacemos con cualquier producto de belleza, seguir aprendiendo y disfrutar que la tecnología ha apostado por el placer de una sexualidad sana y natural.

“Bueno, ya saben”; les dije al salir…”próxima vinada, comentarios del juguete nuevo de cada una”. Y nos despedimos como si entre nosotras, nos hubiéramos dado el permiso de ir a comprarnos un bolso o zapatos caros…al menos, ya teníamos un pretexto.

#SienteLoQueQuieres

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