¿Eres bueno en la cama?

Seguramente estás de acuerdo en que la respuesta dependerá de quién está contestando. Puede ser alguien con tremenda autoestima y seguridad, alguien más tímido o alguien con miedos y poco conocimiento de la sexualidad en general.

Pero la pregunta en sí, resulta ser totalmente irrelevante o injusta dependiendo de los múltiples factores que podrían calificar a alguien como “buen amante”.

Consideramos que somos buenos en la cama si nuestra pareja lo dice, si puedo notar el placer que le da el sexo conmigo y si al mismo tiempo, yo disfruto al mismo nivel.

Sin embargo, es necesario reconocer que “un acto sexual exitoso” es completamente independiente uno de otro; es decir, casi nunca un evento es igual al otro. No se trata entonces de que mi pareja o yo tenga las habilidades perfectas para serlo, porque existen muchos otros factores que influyen para que ese encuentro se califique como “buenísimo”. Muy posiblemente decimos que nuestra pareja es la mejor en la cama, pero dejamos de lado que un ambiente adecuado, una copa de vino, música, juguetes sexuales, aromas y sabores contribuyen a que terminemos dando un diez a la persona, cuando quizá debería ser solamente calificado el encuentro; porque, dicho sea de paso, la pareja tampoco querría ser la única responsable de ser o no ser bueno en la cama.

Digamos que; por tradición, se le “ha asignado” al hombre, la responsabilidad de llevar el control por el hecho mismo del coito, de la penetración, y con eso, la de ser bueno o no serlo. Así es como los terapeutas sexuales tienen que trabajar con muchos hombres que se sienten presionados o deprimidos, por ejemplo, cuando llegan a tener un problema físico, aunque sea pasajero, como una disfunción eréctil. Los hace sentir etiquetados como “no tan buenos en la cama”. También están las mujeres en los consultorios de terapeutas quejándose de que un pene sano y firme no es suficiente. Ellas quieren ese preámbulo que consideran más importante que la misma penetración: los besos, las caricias y ese toqueteo que las lleve a excitarse lo suficiente para disfrutar del sexo.

Por tanto, ser bueno o no en la cama no puede depender únicamente de la persona como tal (tremenda responsabilidad), el sexo placentero; para fortuna de todos y todas, está rodeado de factores físicos y también mentales, eso que cada uno tiene en mente a la hora del amor es determinante. Entonces comunicar es primordial. Debemos saber qué quiere nuestra pareja, qué le gusta, le molesta o le antoja, luego puedes considerar este “conocimiento” como un verdadero valor a calificar.

Pero no olvidemos la regla número uno del sexo exitoso…disfruta…¡sin pensar!

#SienteLoQueQuieres

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